Usted es la Presidenta de una Asociación Contra el Acoso Psicológico. ¿Cómo surgió la idea?
De las personas en activo, una cuarta parte sufre mobbing a lo largo de su vida profesional. La OIT lo estima ahora mismo en un 5%, a nivel mundial; en Europa (Resolución del Parlamento Europeo) es el 8%; en España llega al 11,4%. También usted ha padecido el mobbing en propia carne. ¿Cuándo lo identificaría como tal?
¿Qué actitud deben adoptar las víctimas del mobbing? ¿cómo pueden hacerle frente a este problema?
Las víctimas del mobbing dependen del estado en que se encuentren. Cuando nos encontramos en un estado inicial es fácil y posible que mediante unas técnicas de afrontamiento, que los psicólogos pueden suministrar, el agredido pueda enfrentarse por sí mismo al agresor. Cuando nos encontramos en estados avanzados, el trabajo del psicólogo o psiquiatra es más complejo, ya que la víctima tiene miedo a volver al trabajo o a revivir los males experimentados que ha sufrido. Por ello, el trabajo también debería centrarse sobre el acosador, tomando las medidas preventivas necesarias como puede ser su despido, multa, desubicación de su lugar de trabajo para que, cuando la víctima vuelva a incorporarse, no se produzca nuevamente la hostilidad por parte del agresor. La víctima se puede siempre recuperar, la curación es posible, pero el problema estriba principalmente en el daño moral que se ha ejercido aunque, hoy día, nos estemos preocupando más por las pérdidas económicas que genera el mobbing, al producir bajas de larga duración e incluso incapacidades.
¿En qué profesiones se da con más incidencia el mobbing?
Fundamentalmente, en los sectores de la Administración, Sanidad y Educación. Tal vez, debido a que el anonimato que puede darse dentro de estas tres entidades posibilita más fácilmente el hostigamiento psicológico laboral. Ahora bien, no hay que identificar el hostigamiento con un hostigamiento descendente, es decir, no debemos pensar que el hostigamiento sólo se produce entre un jefe y sus subordinados, sino también se da y creo que es más frecuente, el hostigamiento entre compañeros. Tampoco debemos olvidar el de los subordinados al jefe. Pero en los sectores señalados anteriormente el segundo tipo es el más habitual y ante la falta de un jefe o una cabeza más visible, como puede darse en una empresa privada, las actividades de hostigamiento proliferan en estos ámbitos. Lo curioso es que, sabiendo que es así, la Administración apenas se preocupa de tomar medidas preventivas o investigar sobre este tema que, en un plazo breve, pudiera solventar el gran número de bajas que se produce en estos ámbitos. Por ejemplo, en la enseñanza el número de bajas por stress es producido por situaciones de hostigamiento que se dan en el desarrollo de las funciones del profesorado.
El libro aborda múltiples enfoques y usted mismo plantea diferentes puntos de vista, desde la filosofía a la psicología, ¿hay algún punto en común del que se parte o al que se llega desde estas teorías?
El punto común es la comprensión del hostigamiento como un modo de desvitalización del individuo. Este pequeño punto de contacto entre las diferentes disciplinas que abordan el problema es la comprensión de la vida como proyecto, como afirmación. La negación de la vida mediante los mecanismos de hostigamiento variados que posee el agresor es lo que conduce a las situaciones de mobbing y, por ello, como la vida es un fenómeno interdisciplinar podamos abordar el tema del mobbing como un problema interdisciplinar, lo cual resulta más enriquecedor que un estudio unilateral que, a fin de cuentas, reduce el problema y busca en su apropiación enriquecer la disciplina con un nuevo objeto de estudio, pero no busca la comprensión global del problema.
Desde el papel de los filósofos, ¿qué papel piensa que la filosofía puede tener para frenar la incidencia del mobbing en nuestra sociedad?
El filósofo, figura denostada hoy en día, poco puede hacer ya que su papel en la sociedad es irrelevante. Tal vez, porque no existen filósofos en un sentido pleno del término sino lo que se da hoy en día son servidores ideológicos al servicio del Estado. El papel crítico y renovador que tenía la Filosofía en otro tiempo se ha perdido. De todas formas, la labor del filósofo, hoy en día, sería la creación de una concepción del mundo que fundamentase unos valores diferentes a los valores existentes actualmente en la sociedad y estos valores hay que inventarlos. Luego, aventurarnos a vivir con ellos y desde ellos como guías u horizontes vitales. Por lo tanto, la labor del filósofo pasa por una labor de denuncia de lo existente pero por una tarea creativa que de lugar a la superación del estado de cosas en el que la sociedad actual se encuentra: crisis de valores, guerras, homicidios, codicia, etc