Habilidades sociales en el trabajo

El termino "habilidades" significa "conjunto de capacidades de actuación aprendidas"; o también "conjunto de comportamientos eficaces en las relaciones interpersonales". El modelo conductual enfatiza precisamente la capacidad de respuesta adquirida, que consiste en un conjunto de aptitudes especificas, aparte de la creatividad y los factores ambientales. Una conducta socialmente hábil implica tres dimensiones: conductual (tipo de habilidad), personal (variables cognitivas) y situacional (contexto ambiental).
 
Habilidades sociales y entorno

Lazarius (1973) señalaba algunas aptitudes: la capacidad de saber decir no; la de solicitar peticiones y favores; expresar sentimientos, positivos o negativos; y poder iniciar, continuar y concluir conversaciones coherentes. A nivel empírico, se subraya el hacer y aceptar cumplidos, la posibilidad de juicio y desacuerdo o el saber aceptar las críticas ajenas. La niñez es un período crítico en el aprendizaje de todas estas aptitudes. El aislamiento social, temporal o prolongado, puede disminuirlas.

En el ámbito laboral son asimismo esenciales diversos tipos de comunicación, como la no verbal. En ella la mirada, la facilidad o no de mirar a los ojos del jefe o compañero juega un papel muy importante. Una intensa mirada refleja sentimientos más activos, de amistad, hostilidad, temer; mientras que el desviarla conlleva timidez, superioridad o sumisión -dicen que las mujeres miran más que los hombres-.

La expresión facial es también relevante, indicadora de emociones, actitudes hacia los demás o deseo de entablar comunicación. Alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira o desprecio suelen manifestarse en el rostro. La sonrisa -cuando alguien nos cae bien o intentamos la conquista-, junto al parpadeo y la postura corporal -de acercamiento o retirada, tensión o distensión-, son otros tantos indicios de nuestras habilidades. Con gestos expresamos lo que muchas veces no verbalizamos. Los movimientos de piernas y de pies, la distancia o proximidad, el contacto físico -una palmada, por ejemplo- o el tono de la voz. La apariencia personal es fundamental. Muy importante, expresarse en público.

El poder de la palabra

Las palabras tienen también su intríngulis. Podemos hablar de nosotros mismos, dar instrucciones, recibirlas, informarnos… utilizar un tono coloquial, social o ejecutivo. Los expertos señalan cuatro niveles: el poder decir no, la defensa de los derechos propios, la clarificación y las manifestaciones afectivas. La habilidad de la conversación es de las primeras, en el ámbito personal y laboral; saber escuchar al otro, manejar desde el tono a las preguntas, encauzar correctamente el tema… puede facilitarnos el puesto de trabajo.

Los factores cognitivos se refieren a los conocimientos, percepciones y competencias para desempeñar una labor. El éxito o fracaso en el estudio o después en el terreno profesional depende muchas veces de esas competencias aprendidas antes para adaptarse o resolver problemas, comprender a quien tenemos enfrente o ir procesando adecuadamente las informaciones. Es aquí donde entra el poder autocontrolarnos y superarnos personalmente, y el ser más asertivos o críticos, siempre positivamente, cara al entorno.

Ser más hábil socialmente se refleja en una mayor asertividad -decimos aquello que pensamos-, más gestos con las manos y cambios de postura, sonrisa a flor de labios, mayor afecto, el contacto visual y la capacidad de prolongar la charla. Saber bien lo que se quiere, desde la tolerancia y un abanico múltiple de salidas. Analizar aquello que lo impide -estímulo, ambiente, organismo- puede evitar muchas frustraciones; mientras que el entrenamiento conduce al logro.

Aplicadas al trabajo


Caer bien a todo el mundo, ser admirado, sensato, convincente y persuasivo. Casi superdotado, con éxito seguro en el trabajo y en todas las esferas de la vida. Sólo algunos lo tiene de forma innata. El resto debemos de aprenderlo, cuidar nuestra salud, nuestro equilibrio; saber llegar al otro está en nosotros mismos. Entre la educación y la autoestima. Querernos más, en suma.

Nos lleva de la mano a la creatividad, seguridad en nosotros e independencia en la labor bien hecha. Un empresario de hoy valora mucho más al empleado que confía en sí mismo. La autora Kathleen Mary Huebner aborda la completa problemática del niño y deficiente visual, plenamente capaz de superar el medio y los límites, también en el trabajo.

Comprender el entorno y respetar al otro, valorarse a sí mismo. Son claves para el éxito, en la vida diaria, en las relaciones afectivas, en el empleo.

Publicado en Empleo el 18 de abril de 2006.