Adiós a la Selectividad.¿Futuro laboral de muchos jóvenes?

A las dificultades y nervios habituales, se unía el realizar la prueba con una vieja máquina eléctrica y en un tiempo muy superior a mis compañeros, por mi discapacidad. Aprobé con cierta amplitud. Iba por Letras y hará ya sus veinte años.

150.000 estudiantes de COU y de segundo de Bachillerato -según la normativa de la LOGSE- se enfrentan este mes a la Selectividad, frente a los 267.000 alumnos que lo hicieron el pasado curso. Angustiosa, para qué mentir y, tantas veces incoherente prueba que concluye un período formativo.

Creada en 1974, como filtro a la gran masificación que intentaba acceder a un aula universitaria, ha venido adaptándose a diferentes cambios. Ya el ex ministro Mariano Rajoy, teniendo en cuenta las necesidades autonómicas y el nuevo modelo de Bachillerato, hizo que el examen en sí contara sólo un 40% –frente al 60% del conjunto del último curso-, con mayor prioridad de las asignaturas específicamente elegidas.

Según el anteproyecto de la Ley Orgánica de Universidades, recientemente presentado por el Gobierno y la actual ministra de Educación, Pilar del Castillo, a la Selectividad podrá suceder un único examen de reválida de los dos cursos anteriores -aunque no siempre-, al tiempo que se facilitará a cada facultad la elección más directa de su propio alumnado. ¿Ventajas? ¿Desventajas?.

Dentro de las disposiciones generales de la citada Ley, aprobada por Real Decreto de 22 de octubre de 2000 y bien vista en principio por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), se estipula "La preparación para el ejercicio de actividades profesionales que exijan la aplicación de conocimientos y métodos científicos o para la creación artística".

Se trataría de orientar hacia carreras con mayores salidas laborales. Pero no todo es jauja.

Se calcula su entrada en vigor hacia el 2003. Y cada universidad tendrá su última palabra -examen, cursos previos, historial del alumno-. El alumno podrá inclinarse con una base más segura hacia la carrera que desee.

En opinión de la señora Del Castillo, el cambio es consecuencia natural del descenso en la curva demográfica, a la vez que valora la disponibilidad real de plazas, se aumenta la exigencia y el nivel de enseñanza, así como la autonomía de cada centro. Éste habilitará a sus profesores funcionarios, mediante un examen de carácter general y la vinculación mínima de dos años antes del contrato. El alumno, o el profesor en su caso, podrá recurrir ante cualquier decisión injustificada.

Según oposición y sindicatos, el cambio supondrá cuando menos duplicar los esfuerzos del alumno. Para el PSOE y su secretaria de Educación, Carmen Chacón, la medida conlleva "un nuevo avance" en "el incremento de la desigualdad de oportunidades", frente a los tan defendidos "principios de igualdad, mérito y capacidad" de Del Castillo. Mientras que para el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, no ha habido una consulta adecuada, y con el final de la Selectividad se potencia "un acceso a estudios superiores poco democrático y desigual, en función de los criterios de las universidades y del nivel económico del alumno".

Por su parte, el Conseller de Universitats Andreu Mas-Colell cuestiona la desaparición del examen, ya que en las carreras donde es mayor la demanda que la oferta serán necesarias pruebas de otra índole. Si bien la Junta de Gobierno del campus zaragozano rechazó por unanimidad el borrador de la LRU en que se inserta la tan debatida supresión de la Selectividad.

Y aun con todo, el principal problema de la enseñanza se sitúa en la ESO -sus dos primeros cursos no se imparten todavía en muchos centros- y en la falta de motivación de los alumnos. Resulta significativo cómo, más tarde, tres de cada siete universitarios abandonan casi nada más comenzar, y muy pocos los terminan en el tiempo previsto con un rendimiento medio (según análisis del Plan Nacional de Evaluación de la Calidad de las Universidades, noviembre de 2000). No hubo adiestramiento en el estudio, ni formación de base ni incentivos reales.

En mi opinión, una más seria atención en este plano, junto a un mínimo presupuesto económico -lo que no se contempla en la mencionada Ley Orgánica- y la orientación a las carreras con futuro, como las relativas a la informática, el ocio o el medioambiente, abriría una puerta a la esperanza laboral de muchos jóvenes.